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La imagen de la Patrona de Andújar y de la Diócesis de Jaén regresaba el pasado sábado a su camarín después de haber sido objeto de una restauración, a cargo del taller de restauración de José Luís Ojeda Navío, que ya en 1992 realizó una profunda rehabilitación de la misma. El rector del Santuario y Basílica de Sierra Morena señalaba que tras una inspección de la obra en su camarín hace unas semanas, se detectaron daños que podrían perjudicar seriamente a la obra si no se tomaban las medidas oportunas y se corregían las mismas. Por ello, se hicieron los trámites necesarios y se daba paso a la restauración procurando que los trabajos no se dilataran más de lo necesario y la imagen regresara lo más pronto posible a su habitual lugar en el camarín del templo. En contacto con el restaurador José Luis Ojeda, se redactaba un minucioso estudio del estado de conservación de la obra, junto a una propuesta de tratamiento y medidas correctoras de factores de alteración sobre la obra. Una vez obtenido el permiso por parte del Obispado de Jaén, se daba paso al proceso de conservación y restauración de la misma.
Para ello, primero se realizó una analítica y pruebas necesarias para la intervención. Al ser José Luis Ojeda el restaurador en 92-93, de la imagen, era perfectamente conocedor de muchos de los factores de alteración, y de los daños, elementos compositivos, fundamentos de los distintos estratos, lo que se fue contrastando con distintos test, y pruebas. Esto facilitó mucho este proceso, ya que se cotejaron los estudios de la primera restauración con las actuales, aportando la información necesaria.
Según informa el restaurador, tras este examen, se identificaron los factores de alteración de la talla. El transcurso del tiempo, con los cambios de temperatura y humedad, habían provocado pequeños desperfectos lógicos por los años transcurridos desde esa primera intervención. Llamaba mucho la atención los daños provocados en la cara por el roce del nuevo rostrillo, el cual no se adaptaba a la misma y no poseía ningún mecanismo de colocación que no fuera el directo a la talla por medio de lazos. Estos, al apretarse, rozaban con la delicada policromía, provocando daños de importancia. Asimismo, por el tamaño de la corona del Niño, se había desplazado el sistema de sujeción realizado en el año 92, afectando estéticamente a la composición de la obra.
Señala Ojeda, que la obra presentaba otros daños por roces de objetos en las partes vistas, tales como la mano derecha y el Niño. Estos daños de carácter devocional, se repetían en el interior de la obra, con roces, restos de pintalabios, acumulación de grasa de origen humano en los momentos en los que la imagen es accesible a los devotos, desgastes provocados por los roces, etc. También se apreciaron algunos daños por alfileres, seguramente en el proceso de vestido de la imagen durante esos 25 años que han pasado. Estos son comunes en la mayoría de las obras que son vestidas, tales como las Patronas, Imágenes de Semana Santa de vestir, etc.
Una vez identificados los factores de alteración y los daños, estos han intentado ser minimizados. Así, se ha revisado el sistema de anclaje de rostrillos y coronas a la obra sin que la roce. El restaurador cree imprescindible una mejora del sistema de colocación del rostrillo actual para evitar todo contacto con la cara de la Virgen, trabajando en ese sentido.
Con respecto a la intervención de la imagen, se ha procedido a elaborar un informe previo, con reportaje de fotografías de alta resolución del estado de conservación de la obra y desmontaje del armazón de protección. Tras tener la talla exenta. Se ha procedido a las labores necesarias de fijación de algunas zonas con peligro de desprendimiento, revisión de la adherencia entre los distintos estratos y limpieza de la suciedad (la cual se limitaba a la de origen humano por acumulación de grasa y restos de maquillaje de algunos devotos), ya que el barniz de protección aplicado en el año 92 mantenía su total transparencia y funciones por la alta calidad del mismo.
Una vez limpia la obra, se procedió al tratamiento del soporte, con el encolado de alguna pequeña grieta sin importancia ocasionada por los cambios de temperatura y humedad, estucado de lagunas y nivelado de las mismas, reintegración cromática de las faltas de estrato pictórico y estofados, mediante materiales reversibles y técnica diferenciadora. Estos criterios son básicos en la conservación y restauración de obras de arte. Ojeda señala que finalmente, se le ha aplicado un barniz de protección satinado para evitar brillos molestos y ajuste total de la reintegración cromática mediante pigmentos al barniz.
La imagen, de nuevo se ha colocado en su armazón, cambiando la base de madera del mismo, ya que la que poseía era una provisional realizada en la restauración del año 92.
Concluido todo este proceso, la sagrada imagen ha sido restituida al culto en su camarín para todos sus devotos.
El equipo ha estado conformado por José Luis Ojeda como restaurador y dirección de los trabajos, acompañado de dos profesionales de la restauración como son Encarni Gómez y Olga Cano, ambas con dilatada experiencia en la restauración de obras de arte. Esto ha facilitado un tiempo record para que la obra estuviera el menor tiempo posible fuera de su camarín.
José Luis Ojeda ha agradecido “al rector del Santuario, p. Domingo Conesa, a los Hermanos Mayores Mercedes y José Antonio y a la Cofradía Matriz en las personas de Ramón Colodrero como comisario y toda la Junta Gestora, la confianza depositada de nuevo en mi para tal responsabilidad, así como su preocupación e interés por el desarrollo de los trabajos.” A partir de ahora – dice, el restaurador- , se debe actuar con mucha cautela y mimo “para evitar que de nuevo, daños, diferentes a los del paso del tiempo, se puedan provocar en obras de arte como esta de La Virgen de la Cabeza”.