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Una de las señas de identidad que caracterizan a la Romería de la Morenita es la ofrenda de velas a la Virgen. Durante los días de Romería, el pebetero que se encuentra en las inmediaciones del Santuario sirve de ofrenda común, encendido como si de una gran antorcha se tratara, ya que son miles los devotos que a través de una petición, promesa o agradecimiento le ofrecen a la Virgen una vela, las cuales son arrojadas al pebetero, donde se funden, convirtiéndose de este modo en una sola promesa, en una sola vela, una gran antorcha que ilumina todas las promesas.
Romeros y peregrinos venidos desde distintos puntos del mundo, principalmente de Andalucía y Castilla la Mancha, aguardan el momento para arrojar sus velas al pebetero, fundiendo todas las promesas en una sola petición, un sentimiento.
Ante la larga espera, muchos romeros optan por depositar en cualquier rinconcito sus velas o un ramo de flores que traían consigo para la Virgen, haciendo del Cerro de la Cabeza una oración. Sierra Morena se hace templo para acoger a los cientos de miles de romeros que a este bendito lugar acuden a venerar a tan sagrada imagen de la Virgen.
En lo alto del Cerro, una enorme luz señala el lugar mágico escogido por la Señora. El silencio que siempre reina en la serranía se rompe por el crujir de los cachetes, la algarabía, el jolgorio de la muchedumbre, de redoblar de tambores y palmas, de vítores a la Virgen, de los susurros de las oraciones que vienen de la cumbre bendita...
El corazón se vuelve gozo, romeros y peregrinos venidos de tan lejanos lugares vienen para venerar a la Reina de Sierra Morena, apartando la razón y exaltando el sentimiento, haciendo del lugar, un espacio único para contemplar la mirada eterna de nuestra Virgen de la Cabeza.